Un primer filtro para saber si algo es saludable es preguntarnos: ¿lo reconocería un ser humano hace 5000 años?
Como vamos a ver, esto vale tanto para la comida como para los materiales de construcción, y tantas otras cosas.
Por ejemplo, piensa en el bambú. Este material lleva miles de años usándose en la construcción en el sur de Asia. Es abundante, crece rápido, resiste bien y es muy flexible.
Me han dicho que lo mejor son los ejemplos, así que aquí va uno:
La Casa de Té del Agua Clara, en Nantou (Taiwán)
El estudio Behet Bondzio Lin Architekten construyó este pabellón sacando el máximo partido al bambú, utilizándolo de dos formas.
Primero, como estructura. Los troncos de bambú tienen la capacidad de doblarse para amortiguar la fuerza del viento, lo que los hace ideales en zonas con tifones.
Segundo, cortados por la mitad, sirven como tejas que protegen el pabellón del sol y la lluvia.
¿Por qué es importante recuperar materiales como el bambú?
Materiales de origen biológico
Durante su crecimiento, las plantas absorben dióxido de carbono (CO2) y lo almacenan en sus fibras. Gracias a esto, cuando se gestionan de manera adecuada, los materiales de origen vegetal pueden almacenar más carbono del que se emite durante su producción y uso. Junto al bambú, otros ejemplos son la paja, el corcho, el cáñamo o la madera.
Además, estos materiales son en general más sencillos de reutilizar y reciclar, sobre todo si no requieren tratamientos químicos. En la Casa de Té, las piezas se unen con simples hilos metálicos. Esto permitió montar el pabellón en menos de un mes y facilita también su desmontaje y reutilización.
Sin embargo, hoy los materiales de origen biológico son la excepción.
¿Cuál es la norma?
Materiales ultraprocesados
En general, los arquitectos deberíamos prestar más atención al camino que recorren los materiales antes y después de formar parte de los edificios.
¿De dónde vienen? ¿Cómo se extrajeron sus materias primas? ¿Cómo fueron transformados y transportados? ¿Qué ocurrirá con ellos cuando concluya la vida útil del edificio?
En contextos industrializados, podemos apoyarnos en las Declaraciones Ambientales de Producto (DAP). Estos documentos proporcionan información sobre el impacto de los materiales a lo largo de su ciclo de vida. Algo así como la etiqueta nutricional de un producto del supermercado.
En contextos menos industrializados, seguramente tengamos más problemas para encontrar información sobre el impacto ambiental de los materiales disponibles. Sin embargo, esto no es necesariamente malo. ¿Por qué?
La comparación con la alimentación puede resultar útil aquí.
Manzanas… ¿O tarta de manzana?
Piensa en la diferencia entre comprar una tarta de manzana en el supermercado y coger unas cuantas manzanas directamente del árbol. Mientras la tarta de manzana incorpora una etiqueta donde se detalla su información nutricional, cantidad de calorías, grasas, proteínas, hidratos de carbono, etc., las manzanas arrancadas directamente del árbol no nos proporcionan esta información. Sin embargo, nuestra intuición nos dice que las manzanas serán más saludables que la tarta porque no han sufrido ese proceso de transformación que les añade artificialidad.
Lo mismo ocurre con los materiales de construcción. Cuando los tomamos directamente de la naturaleza y reducimos su proceso de transformación industrial, reducimos tanto su huella de carbono como su impacto negativo en la salud. Por eso tiene sentido evitar el uso de materiales ultraprocesados.
Por supuesto, también importa el transporte. Un plátano orgánico cultivado en Costa Rica no tendrá la misma huella de carbono para quien lo consume allí que para quien lo compra en Japón. Lo mismo pasa con el bambú: aunque provenga de un bosque bien gestionado en Taiwán, difícilmente será la mejor opción para construir una cafetería en Madrid.
Recordemos por un momento la escuela en la selva de la que hablamos hace unas semanas. El equipo de diseño no tenía datos sobre el impacto ambiental de la madera o los bloques de tierra. Sin embargo, descartar el uso de productos externos y priorizar el uso de materiales cercanos permitió reducir la huella de carbono al mínimo. No hacían falta números para entender que esa era la estrategia más sensata.
Sigamos estirando el símil de la alimentación…
Ríos de Coca-Cola
Hemos dicho que un primer filtro para saber si un alimento es saludable es preguntarnos si nuestros antepasados lo habrían reconocido como comida hace 5000 años. Por ejemplo, seguramente reconocerían una zanahoria, una lubina o el agua de un río, pero no reconocerían un donut, unas patatas fritas o una Coca-Cola.
Del mismo modo, nuestros antepasados reconocerían la piedra, la tierra o la madera como materiales de construcción, pero no sabrían qué hacer con una plancha de poliestireno extruido, un panel de aluminio o una viga de acero. Esto nos da algunas pistas sobre su impacto en la salud y el medio ambiente.
Pero cuidado: la intuición puede jugarnos malas pasadas.
Por ejemplo, el impacto medioambiental de la madera depende de muchos factores, por lo que no debemos asumir que sea siempre una opción adecuada. La gestión deficiente de los bosques, la pérdida de carbono durante el proceso de transformación de los árboles en madera, las emisiones del transporte o el aumento de la presión sobre ecosistemas naturales son algunos motivos para cuestionarla1.
Dado que cada caso es distinto, no podemos aplicar recetas universales.
O quizás solo una: construir menos.
Construir menos quiere decir eliminar intermediarios innecesarios entre el ser humano y la naturaleza.
En palabras de los arquitectos del proyecto:
«Lo que nos entusiasmó de esta casa de té fue trabajar de forma holística con la naturaleza. Usar los materiales del entorno para crear un refugio que celebra la sencillez de tomar té en medio de la naturaleza, el sonido del viento, la luz, el río y la lluvia».
Solo eso.
Todo eso.
PD1. ¿Es un proyecto perfecto? No. La estructura de bambú se apoya sobre un suelo de hormigón con anclajes de acero, y la cubierta requiere una lámina de PVC para impermeabilizar, entre otras cosas.
PD2. Pero que no sea perfecto no significa que no podamos aprender de él.
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📖 Posts más populares:
Tim Searchinger et al., «Wood Is Not the Climate-Friendly Building Material Some Claim It to Be», World Resources Institute, Insights, 20 de julio de 2023.
Como siempre en estos artículos, muy bien explicado un tema que no es tan sencillo como parece. La casa de té es, además, un edificio bellísimo. Asi que no es solo funcionalidad y sostenibilidad, si no también un diseño admirable. El símil con los alimenos me gusta, salvando que hemos aprendido (con dolor) de la toxicidad natural de muchos, pero en general es mejor lo reconocible y próximo. Incluso yo añadiría que mejor lo próximo en el tiempo, lo que se llama producto "de temporada" aunque en arquitectura seguramente esto no aplica mucho. Gracias Fran
Por ser un poco puñetero con tu razonamento, y siguiendo tu paralelismo con la comida, también te diré que procesar los alimentos nace como una forma de hacer digerible al ser humano cosas que comidas criudas no nos sentarían también. O dicho de otro modo, el procesado nos ha habierto la puerta a otras formas de alimentación, y por tanto de supervicencia.
Y luego dimos un paso más...y convertimos el cocinado en cultura.
Con la construcción supongo que podemos plantear algo parecido. Hay materiales procesados que nos han permitido edificaciones que sin ellos no hubieran sido posibles...y no pienso solo en el acero o más allá en los composites...sino en la propia piedra con la que constuimos catedrales, que sin cantería y estereotomína resultarían mucho menos eficaces estructuralmente.
Lo que está claro es que por la salud del planeta, que al final es la nuestra, debemos minimizar el consumo de energía que utilizamos para la construcción, y por tanto para el procesado de los materiales, el cual muchas veces es imprescindible.
También está claro que el primier principio en esa reducción de energía (en general, en la sostenibilidad de nuestras sociedades) debe ser la optimización de lo necesario...Es decir, construir menos, construir lo menos posible, de hecho.
Es dificil decidir que es "lo menos posible"...porque al final el cobijo es una opción humana que hemos complicado a lo largo de la hisitoria, pero es verdad que siempre es sano reflexionar sobre cual es el 'cobijo esencial' del que culturalmente queremos dotarnos.
Y luego, buscaremos construirlo con el menor consumo de energia.
...El problema es que culturalmente, socialmente, las cosas van aun en la dirección contratia, a pesar de las 'agendas verdes'...