Como siempre en estos artículos, muy bien explicado un tema que no es tan sencillo como parece. La casa de té es, además, un edificio bellísimo. Asi que no es solo funcionalidad y sostenibilidad, si no también un diseño admirable. El símil con los alimenos me gusta, salvando que hemos aprendido (con dolor) de la toxicidad natural de muchos, pero en general es mejor lo reconocible y próximo. Incluso yo añadiría que mejor lo próximo en el tiempo, lo que se llama producto "de temporada" aunque en arquitectura seguramente esto no aplica mucho. Gracias Fran
Muchas gracias por destacar el tema de la belleza. Creo que es clave, sobre todo cuando la entendemos desde el proceso y no solo por el resultado final. Aparece entonces entrelazada con los beneficios sociales y ambientales, como en este caso.
Como dices, el símil con la comida tiene sus límites y no hay reglas universales: siempre hay excepciones. Yo lo veo como un filtro intuitivo, un punto de partida...
Y me dejas pensando en cómo aplica a la arquitectura la idea de la proximidad en el tiempo… es un ángulo muy interesante.
Por ser un poco puñetero con tu razonamento, y siguiendo tu paralelismo con la comida, también te diré que procesar los alimentos nace como una forma de hacer digerible al ser humano cosas que comidas criudas no nos sentarían también. O dicho de otro modo, el procesado nos ha habierto la puerta a otras formas de alimentación, y por tanto de supervicencia.
Y luego dimos un paso más...y convertimos el cocinado en cultura.
Con la construcción supongo que podemos plantear algo parecido. Hay materiales procesados que nos han permitido edificaciones que sin ellos no hubieran sido posibles...y no pienso solo en el acero o más allá en los composites...sino en la propia piedra con la que constuimos catedrales, que sin cantería y estereotomína resultarían mucho menos eficaces estructuralmente.
Lo que está claro es que por la salud del planeta, que al final es la nuestra, debemos minimizar el consumo de energía que utilizamos para la construcción, y por tanto para el procesado de los materiales, el cual muchas veces es imprescindible.
También está claro que el primier principio en esa reducción de energía (en general, en la sostenibilidad de nuestras sociedades) debe ser la optimización de lo necesario...Es decir, construir menos, construir lo menos posible, de hecho.
Es dificil decidir que es "lo menos posible"...porque al final el cobijo es una opción humana que hemos complicado a lo largo de la hisitoria, pero es verdad que siempre es sano reflexionar sobre cual es el 'cobijo esencial' del que culturalmente queremos dotarnos.
Y luego, buscaremos construirlo con el menor consumo de energia.
...El problema es que culturalmente, socialmente, las cosas van aun en la dirección contratia, a pesar de las 'agendas verdes'...
¡Muchas gracias por "ser un poco puñetero", Guillermo! Te agradezco mucho la reflexión. Como dices, no estamos ante un dilema de todo o nada. Tradición y cambio no se excluyen: lo que no cambia, se muere.
Por eso creo que lo interesante es aprovechar lo que nos ofrecen los procesos industriales, sin dejarnos dominar por ellos. Según el contexto y el proyecto, eso puede significar cosas muy distintas.
En cualquier caso, como dices, el primer paso —y quizá el más olvidado— es reducir: construir menos, construir solo lo necesario. A partir de ahí, podemos empezar a hablar de unas estrategias u otras.
Gracias por este post, Fran! Siguiendo con la temática, estos escritos han mejorado mis desayunos de los domingos a la mañana: ahora son más nutritivos. Los espero con ansias, jaja.
Creo que la arquitectura y la construcción no fueron la excepción. Así como ocurrió con los alimentos, la era industrial trajo un enfoque global de sistematización y optimización de procesos materiales que, como contrapartida, nos ha desconectado de los procesos locales y naturales.
Esa fragmentación del conocimiento, cada vez más especializada y académica, ha anulado la visión integral que antes nos mantenía en sintonía con los ciclos de la naturaleza.
Si integramos y comprendemos que la era industrial/global ha dejado su huella y ha traído avances importantes, pero que también nos ha alejado de lo natural, desregulando nuestro bienestar físico, mental y espiritual, de a poco vamos a avanzar hacia un futuro más consciente y equilibrado.
Muchas gracias por tu reflexión, Juan. Muy bien explicado, estoy totalmente de acuerdo.
Sin duda, uno de los grandes beneficios de empezar esta newsletter ha sido conocer a gente como tú, interesada en estos temas y de las que puedo aprender mucho. Así que el placer es mío.
He disfrutado con la lectura de este post. Nuevamente el sentido común se impone a los razonamientos que, por regla general, solo persiguen negocio. "No importa transportar madera desde el otro lado del mundo, si supone beneficio económico". Esto es un completo disparate; las nuevas generaciones deben tomar conciencia de ello. Para conseguirlo, nada mejor que estas publicaciones. Gracias Fran, esperamos muchas más.
¡Gracias! Hay muchas prácticas que repetimos sin sentido. El clásico “siempre se ha hecho así” muestra lo poco que cuestionamos. Pero cada vez hay más gente empujando en otra dirección.
Me ha parecido muy interesante la comparativa entre comida y materiales de construcción, jamás se me habría ocurrido, pero me surgen dudas.
Si bien es cierto que en la alimentación los ultraprocesados tienen la ventaja de la durabilidad a cambio de no ser tan saludables como lo natural, en cuanto a los materiales de construcción me cuesta ver la ventaja de lo natural/cercano aparte de la huella de carbono.
Me refiero a que los materiales ultra procesados, ¿no son más duraderos? Esa es la diferencia que veo con la alimentación, que en su caso los alimentos ultraprocesados son perjudiciales para la salud a largo plazo, pero en la construcción ¿harían al edificio más resistente y duradero no? Incluso en el ejemplo de la foto como comentas al final se necesitó anclajes de hormigón y cubierta de lámina de PVC...
Perdona mi ignorancia y desde luego que entiendo que dejar una menor huella de carbono en el planeta ya es suficiente ventaja como para intentar usar los materiales más naturales, pero me ha surgido esa duda.
Muchas gracias por la pregunta, Andrés. Como dices, los materiales industrializados tienen ventajas: suelen ser más baratos, duraderos y fáciles de mantener. Pero también suelen ser más tóxicos que los naturales.
Un ejemplo claro son los suelos de vinilo, muy comunes por su bajo coste y facilidad de limpieza. Están hechos de PVC, un material que libera sustancias químicas tóxicas al aire interior.
De hecho, muchos de los materiales que usamos hoy en viviendas —pinturas, plásticos, aislantes, muebles, suelos— emiten compuestos que terminan en nuestro cuerpo. Se habla mucho de la contaminación exterior, pero la interior es más preocupante: pasamos cerca del 90 % del tiempo en espacios cerrados.
Por eso, más allá del impacto ambiental, el uso de materiales naturales también es una cuestión de salud. Y como siempre, no se trata de idealizar lo natural ni de demonizar lo sintético, sino de buscar el equilibrio más sano.
Gracias de nuevo por tu comentario, Andrés. Da para un post entero más adelante, sin duda.
Gracias por traer este ejemplo. En Colombia, es muy apreciado el construir estructuras similares. Usamos guadua, el tipo de bambu más extendido en America. Creo que podría interesarte sus proyectos. Creo que esta misma teoría, de usar materiales locales y que requieran menos procesamiento podría aplicarse a todo lo que consumimos. Creo que las personas son más concientes de esto, aunque sea díficil aún aplicarlo. Muchas gracias por esta publicación. Siempre me hacen reflexionar y aprender algo nuevo.
Gracias por compartir sobre la guadua, Luisa. No conocía este género y por lo que veo tiene muchas posibilidades estructurales. Como dices, la lógica de proximidad y bajo procesamiento no solo aplica a la arquitectura, sino a casi todo lo que consumimos. Y estoy de acuerdo en que cada vez hay más conciencia sobre ello, aunque no tengamos todas las respuestas.
Muy buen post. Muchas veces confundimos progreso con complejidad, cuando en realidad avanzar podría ser justo lo contrario: simplificar, volver a lo esencial y elegir mejor qué mantener y qué descartar. Ahí es donde los materiales, y también nuestras decisiones, tienen mucho que decir.
Así es, Ainhoa. En general, la sociedad moderna nos empuja a consumir/construir más, no menos. A intervenir, añadir, complicar. Eso nos lleva a edificios innecesarios o sobredimensionados, y a una creciente artificialidad.
Pero muchas veces, lo que decidimos no hacer es más importante que lo que decidimos hacer. El edificio más sostenible es el que no hace falta. El segundo, el que ya existe y reutilizamos. El tercero, el que reducimos a la mitad y cumple igual su función.
La casa de té es una maravilla. Cumple su función, es sostenible y estéticamente es una genialidad. Después de varias semanas con muy poco tiempo, es estupendo esto de volver a leer tus artículos.
Sí, sorprende. En muchos contextos, el bambú podría usarse mucho más de lo que se usa. Pero pesan las normativas, la inercia del sector y unas cadenas de suministro que siguen priorizando materiales ultraprocesados. También influyen los prejuicios: muchas veces se asocian los materiales naturales con lo pobre o «primitivo», y los modernos —como el hormigón— con el lujo y el progreso. Dar visibilidad a proyectos como este puede ayudar a cambiar esa lógica, aunque es un proceso lento.
Como siempre en estos artículos, muy bien explicado un tema que no es tan sencillo como parece. La casa de té es, además, un edificio bellísimo. Asi que no es solo funcionalidad y sostenibilidad, si no también un diseño admirable. El símil con los alimenos me gusta, salvando que hemos aprendido (con dolor) de la toxicidad natural de muchos, pero en general es mejor lo reconocible y próximo. Incluso yo añadiría que mejor lo próximo en el tiempo, lo que se llama producto "de temporada" aunque en arquitectura seguramente esto no aplica mucho. Gracias Fran
Muchas gracias por destacar el tema de la belleza. Creo que es clave, sobre todo cuando la entendemos desde el proceso y no solo por el resultado final. Aparece entonces entrelazada con los beneficios sociales y ambientales, como en este caso.
Como dices, el símil con la comida tiene sus límites y no hay reglas universales: siempre hay excepciones. Yo lo veo como un filtro intuitivo, un punto de partida...
Y me dejas pensando en cómo aplica a la arquitectura la idea de la proximidad en el tiempo… es un ángulo muy interesante.
¡Muchas gracias por comentar!
Por ser un poco puñetero con tu razonamento, y siguiendo tu paralelismo con la comida, también te diré que procesar los alimentos nace como una forma de hacer digerible al ser humano cosas que comidas criudas no nos sentarían también. O dicho de otro modo, el procesado nos ha habierto la puerta a otras formas de alimentación, y por tanto de supervicencia.
Y luego dimos un paso más...y convertimos el cocinado en cultura.
Con la construcción supongo que podemos plantear algo parecido. Hay materiales procesados que nos han permitido edificaciones que sin ellos no hubieran sido posibles...y no pienso solo en el acero o más allá en los composites...sino en la propia piedra con la que constuimos catedrales, que sin cantería y estereotomína resultarían mucho menos eficaces estructuralmente.
Lo que está claro es que por la salud del planeta, que al final es la nuestra, debemos minimizar el consumo de energía que utilizamos para la construcción, y por tanto para el procesado de los materiales, el cual muchas veces es imprescindible.
También está claro que el primier principio en esa reducción de energía (en general, en la sostenibilidad de nuestras sociedades) debe ser la optimización de lo necesario...Es decir, construir menos, construir lo menos posible, de hecho.
Es dificil decidir que es "lo menos posible"...porque al final el cobijo es una opción humana que hemos complicado a lo largo de la hisitoria, pero es verdad que siempre es sano reflexionar sobre cual es el 'cobijo esencial' del que culturalmente queremos dotarnos.
Y luego, buscaremos construirlo con el menor consumo de energia.
...El problema es que culturalmente, socialmente, las cosas van aun en la dirección contratia, a pesar de las 'agendas verdes'...
¡Muchas gracias por "ser un poco puñetero", Guillermo! Te agradezco mucho la reflexión. Como dices, no estamos ante un dilema de todo o nada. Tradición y cambio no se excluyen: lo que no cambia, se muere.
Por eso creo que lo interesante es aprovechar lo que nos ofrecen los procesos industriales, sin dejarnos dominar por ellos. Según el contexto y el proyecto, eso puede significar cosas muy distintas.
En cualquier caso, como dices, el primer paso —y quizá el más olvidado— es reducir: construir menos, construir solo lo necesario. A partir de ahí, podemos empezar a hablar de unas estrategias u otras.
Gracias por este post, Fran! Siguiendo con la temática, estos escritos han mejorado mis desayunos de los domingos a la mañana: ahora son más nutritivos. Los espero con ansias, jaja.
Creo que la arquitectura y la construcción no fueron la excepción. Así como ocurrió con los alimentos, la era industrial trajo un enfoque global de sistematización y optimización de procesos materiales que, como contrapartida, nos ha desconectado de los procesos locales y naturales.
Esa fragmentación del conocimiento, cada vez más especializada y académica, ha anulado la visión integral que antes nos mantenía en sintonía con los ciclos de la naturaleza.
Si integramos y comprendemos que la era industrial/global ha dejado su huella y ha traído avances importantes, pero que también nos ha alejado de lo natural, desregulando nuestro bienestar físico, mental y espiritual, de a poco vamos a avanzar hacia un futuro más consciente y equilibrado.
Volveremos al Futuro.
Saludos desde Argentina y gracias por tu tiempo!
Muchas gracias por tu reflexión, Juan. Muy bien explicado, estoy totalmente de acuerdo.
Sin duda, uno de los grandes beneficios de empezar esta newsletter ha sido conocer a gente como tú, interesada en estos temas y de las que puedo aprender mucho. Así que el placer es mío.
¡Un abrazo desde Boston!
He disfrutado con la lectura de este post. Nuevamente el sentido común se impone a los razonamientos que, por regla general, solo persiguen negocio. "No importa transportar madera desde el otro lado del mundo, si supone beneficio económico". Esto es un completo disparate; las nuevas generaciones deben tomar conciencia de ello. Para conseguirlo, nada mejor que estas publicaciones. Gracias Fran, esperamos muchas más.
¡Gracias! Hay muchas prácticas que repetimos sin sentido. El clásico “siempre se ha hecho así” muestra lo poco que cuestionamos. Pero cada vez hay más gente empujando en otra dirección.
Me ha parecido muy interesante la comparativa entre comida y materiales de construcción, jamás se me habría ocurrido, pero me surgen dudas.
Si bien es cierto que en la alimentación los ultraprocesados tienen la ventaja de la durabilidad a cambio de no ser tan saludables como lo natural, en cuanto a los materiales de construcción me cuesta ver la ventaja de lo natural/cercano aparte de la huella de carbono.
Me refiero a que los materiales ultra procesados, ¿no son más duraderos? Esa es la diferencia que veo con la alimentación, que en su caso los alimentos ultraprocesados son perjudiciales para la salud a largo plazo, pero en la construcción ¿harían al edificio más resistente y duradero no? Incluso en el ejemplo de la foto como comentas al final se necesitó anclajes de hormigón y cubierta de lámina de PVC...
Perdona mi ignorancia y desde luego que entiendo que dejar una menor huella de carbono en el planeta ya es suficiente ventaja como para intentar usar los materiales más naturales, pero me ha surgido esa duda.
Muchas gracias por la pregunta, Andrés. Como dices, los materiales industrializados tienen ventajas: suelen ser más baratos, duraderos y fáciles de mantener. Pero también suelen ser más tóxicos que los naturales.
Un ejemplo claro son los suelos de vinilo, muy comunes por su bajo coste y facilidad de limpieza. Están hechos de PVC, un material que libera sustancias químicas tóxicas al aire interior.
De hecho, muchos de los materiales que usamos hoy en viviendas —pinturas, plásticos, aislantes, muebles, suelos— emiten compuestos que terminan en nuestro cuerpo. Se habla mucho de la contaminación exterior, pero la interior es más preocupante: pasamos cerca del 90 % del tiempo en espacios cerrados.
Por eso, más allá del impacto ambiental, el uso de materiales naturales también es una cuestión de salud. Y como siempre, no se trata de idealizar lo natural ni de demonizar lo sintético, sino de buscar el equilibrio más sano.
Gracias de nuevo por tu comentario, Andrés. Da para un post entero más adelante, sin duda.
Gracias por traer este ejemplo. En Colombia, es muy apreciado el construir estructuras similares. Usamos guadua, el tipo de bambu más extendido en America. Creo que podría interesarte sus proyectos. Creo que esta misma teoría, de usar materiales locales y que requieran menos procesamiento podría aplicarse a todo lo que consumimos. Creo que las personas son más concientes de esto, aunque sea díficil aún aplicarlo. Muchas gracias por esta publicación. Siempre me hacen reflexionar y aprender algo nuevo.
Nos seguimos leyendo.
Gracias por compartir sobre la guadua, Luisa. No conocía este género y por lo que veo tiene muchas posibilidades estructurales. Como dices, la lógica de proximidad y bajo procesamiento no solo aplica a la arquitectura, sino a casi todo lo que consumimos. Y estoy de acuerdo en que cada vez hay más conciencia sobre ello, aunque no tengamos todas las respuestas.
Muy interesante 😃. Lo incluimos en el diario 📰 de Substack en español?
Claro, David. Encantado. Gracias.
Lo pones tu en la zona de comentarios (y así añades algunas palabras para publicarlas), o lo pongo yo?
https://columnas.substack.com/p/cual-es-el-primer-error-tonto-si
Hecho, David.
Estupendo, sale en el de hoy:
https://columnas.substack.com/p/se-ha-estancado-el-crecimiento-de
Genial. Muchas gracias, David.
Muy buen post. Muchas veces confundimos progreso con complejidad, cuando en realidad avanzar podría ser justo lo contrario: simplificar, volver a lo esencial y elegir mejor qué mantener y qué descartar. Ahí es donde los materiales, y también nuestras decisiones, tienen mucho que decir.
Así es, Ainhoa. En general, la sociedad moderna nos empuja a consumir/construir más, no menos. A intervenir, añadir, complicar. Eso nos lleva a edificios innecesarios o sobredimensionados, y a una creciente artificialidad.
Pero muchas veces, lo que decidimos no hacer es más importante que lo que decidimos hacer. El edificio más sostenible es el que no hace falta. El segundo, el que ya existe y reutilizamos. El tercero, el que reducimos a la mitad y cumple igual su función.
Hablé de esto hace poco, por si te interesa: https://fcolom.substack.com/p/el-arte-de-no-hacer-casi-nada
¡Muchas gracias por comentar!
Simplificar suele ser siempre la mejor decisión.
Por eso es la más difícil.
Lo has clavado, Jordi. Estoy de acuerdo. Muchas gracias por pasarte por aquí.
La casa de té es una maravilla. Cumple su función, es sostenible y estéticamente es una genialidad. Después de varias semanas con muy poco tiempo, es estupendo esto de volver a leer tus artículos.
¡Gracias, Verónica! Me alegra que te haya gustado. Y más aún que hayas encontrado un rato para leer 😉
Espectacular analogía, y magnífico contenido como siempre.
¡Gracias, Guillermo! Te lo agradezco mucho :)
El bambú es tan absolutamente resistente que, lo que me extraña de verdad es que no se utilice más como material,como bien explicas aqui
Sí, sorprende. En muchos contextos, el bambú podría usarse mucho más de lo que se usa. Pero pesan las normativas, la inercia del sector y unas cadenas de suministro que siguen priorizando materiales ultraprocesados. También influyen los prejuicios: muchas veces se asocian los materiales naturales con lo pobre o «primitivo», y los modernos —como el hormigón— con el lujo y el progreso. Dar visibilidad a proyectos como este puede ayudar a cambiar esa lógica, aunque es un proceso lento.
Toda la razón. Bueno…yo podría conjuntar hormigón y bambú 😂😂. Sería una innovación
Me encantó la comparación entre las manzanas y los materiales de construcción.
A menos intermediarios, menos beneficios. Es el capitalismo :(