Hay una cosa que no comparto en el inicio de tu planteamiento, y es la contraposición de conocimiento científico y saber ancestral. Lo que hace a los edificios frágiles no es el conocimiento científico, sino la confianza ciega en las soluciones mecanicistas heredades de una ingeneria tradicional que, de hecho, es contraria a los conocimientos cientificos actuales sobre sostenibilidad. Esa ingenieria mecanicista 'tradicional' comparte con los sistemas de certificación una tendencia a la simplifiación reduccionista del problema, a la solución 'de catálogo' en vez de realizar análisis precisos del entorno y sus condiciones en cada caso, análisis que puede inspirarse en los ejemplos del conocimiento ancestral, pero que a estas alturas debe utilizar preferiblemente metodologias y herramientas científicas para dar soluciones más precisas. Las soluciones tradicionales se basaban en la observación y la experimentación...lo mismo que el método científico, solo que este se ha dotado de herramientas de análisis más sofisticadas, empezando por los modelos matemáticos.
Al final, lo que hay que valorar es la sensibilidad del conocimiento específico frente a la reducción de las soluciones aprioristicas.
Mi crítica va dirigida a la visión excesivamente racionalista del mundo que ha moldeado gran parte de la sociedad moderna. De ahí surge con facilidad una deriva tecnocrática: la idea de que podemos y debemos controlar la naturaleza mediante la tecnología. Ahí es donde veo el conflicto, cuando usamos el conocimiento científico para dominar el entorno en lugar de dialogar con él.
Como dices, lo importante es usar las herramientas disponibles para dar respuestas locales y específicas, en lugar de intentar aplanar el mundo y borrar sus irregularidades.
Muy interesante la lectura, como siempre. Admirable la integridad de Rahul, muchos otros imagino que habrían simplemente realizado las obras y ajustes necesarios para obtener el certificado LEED y listo, pero en vez de eso como indicas "convencieron al cliente de que no se obsesionara con la certificación LEED".
Parece que perdemos de vista que el objetivo es que el edificio sea lo más habitable posible y adaptado a su entorno, no obtener certificaciones.
Me quedo con la frase "No hicimos nada espectacular. Simplemente convencimos al cliente de que el 60 % de los espacios no necesitaban aire acondicionado".
Muy de acuerdo, Andrés. Es fácil perderse en los requisitos y olvidar el objetivo principal: hacer edificios saludables, adecuados al lugar. Cuestionar lo que damos por hecho, como la necesidad de aire acondicionado en todos los espacios, es clave. No se trata de aplicar soluciones estándar, sino de tener en cuenta el contexto y diseñar con sentido común. Gracias como siempre por leer y comentar.
Como siempre, espectacular. Me gusta que se reflexione acerca de que los estándares a veces se hacen en la otra punta del planeta, sin tener en cuenta a los otros
Es un problema muy común: asumir que lo que funciona en un sitio puede aplicarse en todo el mundo. Creo que hay que reimaginar desde el contexto social, cultural, climático, geográfico... Durante las últimas décadas nos hemos obsesionado por eliminar las irregularidades del mundo y homogeneizar la experiencia humana, pero no parece el mejor plan a largo plazo.
Muchas gracias, como siempre, por leer y comentar, Van.
Me ha encantado la idea del diálogo con el ambiente. Tengo la sensación de que la humanidad se basa en imponerse en todos los ámbitos, en lugar de observar, reflexionar y luego actuar... Nos falta diálogo hasta con nosotros mismos...Gracias por hacerme pensar.
Gracias, Cris. Paradójicamente, vivimos en un momento de gran desconexión, tanto entre personas como entre las personas y su entorno. Por eso creo que la idea de diálogo es más necesaria que nunca. Me alegra que el texto te haya hecho pensar. Gracias por leer y por sumar.
Creo que el único certificado que deberia existir es el de sentido común. Todo un desafío eh jaja Porque me suena a objetivizar lo subjetivo, a generalizar lo particular. Dificil, pero en la dirección correcta.
Sería algo como una gran lista de items lógicos a tener en cuenta en cada acción particular.
Bioclimático, metereológico, termodinámico, origen y distancia de los materiales, tiempos, hacia quien está dirigido el edificio, calidad de mano de obra, posibilidades económicas de los inversores, normas y reglas y lo mejor: La obsolecencia programada, como, cuándo y a donde va a morir esa edificación.
Si llegas a armar esa certificación, me postulo a colaborar! jaja
Gracias por siempre invitar al pensamiento Fran, saludos!
Muchas gracias, Juan. Como suele decirse, el sentido común es el menos común de los sentidos. Es demasiado tentador caer en generalizaciones y buscar recetas universales, en lugar de abrazar una lógica que parta del contexto, de lo específico. Me gusta la lista que propones. Andaremos en esa dirección. Abrazo grande y muchas gracias por leer y sumar.
Odio los edificios de vidrio. No sólo por el calor que acumulan dentro y que a veces el aire acondicionado no puede camuflar. Ni por la falta de ventilación natural, que a veces también se echa de menos. Sino también por el efecto lupa que generan en el exterior. He trabajado en varias zonas donde se aglutinaban estos edificios, y en todas me he sentido como una hormiga a la que queman con una lupa. En el momento que empieza a calentar el sol y a rebotar la luz de un edificio en otro, pasar por la calle se convierte en un acto de fe. Sé que a la gente le encantan, tan modernos, tan brillantes... pero yo los he sufrido y no me gustan, lo siento.
Gracias por compartir tu experiencia, Laura. Como dices, estos enormes edificios de vidrio priorizan la imagen moderna por encima de la relación con las personas, tanto quienes los habitan como quienes caminan frente a ellos. Suelen ser edificios ensimismados, con vocación autónoma y universal, completamente desconectados de su entorno.
-No creo que los edificios de antes de incorporar el aire acondicionado estuvieran todos pensados para integrarse en el entorno (entendido como naturaleza). Especialmente en las ciudades, probablemente en el campo sí.
-Creo que coincidimos en que los edificios de cristal que muestras son mostrencos horribles chupópteros de energía. Nada que ver con la riqueza conceptual del rascacielos de cristal de Mies en 1922, e incluso con la expresividad del Seagram o del Lake Shore Drive. Yo les concedería el premio Piqueta 2025.
-El proyecto que muestras me gustaría verlo más detenidamente. Tiene una pintaca y mola mucho ver cómo la inteligencia y el sentido común se aplican a la arquitectura. Lamentablemente los certificados de sostenibilidad son "certificados de postureo", lo mismo que mi profesor de Estructuras, José Luis Manzanares, llamaba a los coeficientes de seguridad "coeficientes de ignorancia".
Muy bueno, Rafa. Como dices, no creo que antes fueran mejores arquitectos ni más conscientes ni nada por el estilo. Simplemente no tenían la opción de usar sistemas mecánicos, así que los edificios necesitaban respirar por sí solos. Es como con la alimentación: alguien que no se preocupaba por su dieta hace 50 años probablemente comía mejor que alguien que no se preocupa hoy, porque no existían tantos ultraprocesados.
Desde luego, no todos los edificios de vidrio son iguales. Pero cuesta encontrar un contexto donde tenga sentido una fachada acristalada con ventanas que no se abren. El Seagram revolucionó la arquitectura, y personalmente me encanta, pero hoy sabemos que su apariencia minimalista exige un gasto energético enorme. Hace unos años, Nueva York auditó los edificios de oficinas de Manhattan y los clasificó en eficiencia energética de 0 a 100. La torre Seagram sacó un 3, la puntuación más baja. En este caso, el minimalismo estético depende del despilfarro energético. Comenté algo al respecto en este otro post: https://fcolom.substack.com/p/jungla-de-cristal
Gracias, como siempre, por enriquecer la conversación. Y me ha parecido brillante lo de los "coeficientes de ignorancia".
Me ha gustado. De acuerdo al sentido común, en la sencillez está la solución; por supuesto en caso de que haya surgido algún problema. Como bien dices, muchas veces creamos nosotros el problema.
Hay una cosa que no comparto en el inicio de tu planteamiento, y es la contraposición de conocimiento científico y saber ancestral. Lo que hace a los edificios frágiles no es el conocimiento científico, sino la confianza ciega en las soluciones mecanicistas heredades de una ingeneria tradicional que, de hecho, es contraria a los conocimientos cientificos actuales sobre sostenibilidad. Esa ingenieria mecanicista 'tradicional' comparte con los sistemas de certificación una tendencia a la simplifiación reduccionista del problema, a la solución 'de catálogo' en vez de realizar análisis precisos del entorno y sus condiciones en cada caso, análisis que puede inspirarse en los ejemplos del conocimiento ancestral, pero que a estas alturas debe utilizar preferiblemente metodologias y herramientas científicas para dar soluciones más precisas. Las soluciones tradicionales se basaban en la observación y la experimentación...lo mismo que el método científico, solo que este se ha dotado de herramientas de análisis más sofisticadas, empezando por los modelos matemáticos.
Al final, lo que hay que valorar es la sensibilidad del conocimiento específico frente a la reducción de las soluciones aprioristicas.
Muchas gracias por esa apreciación, Guillermo.
Mi crítica va dirigida a la visión excesivamente racionalista del mundo que ha moldeado gran parte de la sociedad moderna. De ahí surge con facilidad una deriva tecnocrática: la idea de que podemos y debemos controlar la naturaleza mediante la tecnología. Ahí es donde veo el conflicto, cuando usamos el conocimiento científico para dominar el entorno en lugar de dialogar con él.
Como dices, lo importante es usar las herramientas disponibles para dar respuestas locales y específicas, en lugar de intentar aplanar el mundo y borrar sus irregularidades.
Muy interesante la lectura, como siempre. Admirable la integridad de Rahul, muchos otros imagino que habrían simplemente realizado las obras y ajustes necesarios para obtener el certificado LEED y listo, pero en vez de eso como indicas "convencieron al cliente de que no se obsesionara con la certificación LEED".
Parece que perdemos de vista que el objetivo es que el edificio sea lo más habitable posible y adaptado a su entorno, no obtener certificaciones.
Me quedo con la frase "No hicimos nada espectacular. Simplemente convencimos al cliente de que el 60 % de los espacios no necesitaban aire acondicionado".
Muy de acuerdo, Andrés. Es fácil perderse en los requisitos y olvidar el objetivo principal: hacer edificios saludables, adecuados al lugar. Cuestionar lo que damos por hecho, como la necesidad de aire acondicionado en todos los espacios, es clave. No se trata de aplicar soluciones estándar, sino de tener en cuenta el contexto y diseñar con sentido común. Gracias como siempre por leer y comentar.
Como siempre, espectacular. Me gusta que se reflexione acerca de que los estándares a veces se hacen en la otra punta del planeta, sin tener en cuenta a los otros
Es un problema muy común: asumir que lo que funciona en un sitio puede aplicarse en todo el mundo. Creo que hay que reimaginar desde el contexto social, cultural, climático, geográfico... Durante las últimas décadas nos hemos obsesionado por eliminar las irregularidades del mundo y homogeneizar la experiencia humana, pero no parece el mejor plan a largo plazo.
Muchas gracias, como siempre, por leer y comentar, Van.
Me ha encantado la idea del diálogo con el ambiente. Tengo la sensación de que la humanidad se basa en imponerse en todos los ámbitos, en lugar de observar, reflexionar y luego actuar... Nos falta diálogo hasta con nosotros mismos...Gracias por hacerme pensar.
Gracias, Cris. Paradójicamente, vivimos en un momento de gran desconexión, tanto entre personas como entre las personas y su entorno. Por eso creo que la idea de diálogo es más necesaria que nunca. Me alegra que el texto te haya hecho pensar. Gracias por leer y por sumar.
Excelente Fran! Como siempre.
Creo que el único certificado que deberia existir es el de sentido común. Todo un desafío eh jaja Porque me suena a objetivizar lo subjetivo, a generalizar lo particular. Dificil, pero en la dirección correcta.
Sería algo como una gran lista de items lógicos a tener en cuenta en cada acción particular.
Bioclimático, metereológico, termodinámico, origen y distancia de los materiales, tiempos, hacia quien está dirigido el edificio, calidad de mano de obra, posibilidades económicas de los inversores, normas y reglas y lo mejor: La obsolecencia programada, como, cuándo y a donde va a morir esa edificación.
Si llegas a armar esa certificación, me postulo a colaborar! jaja
Gracias por siempre invitar al pensamiento Fran, saludos!
Muchas gracias, Juan. Como suele decirse, el sentido común es el menos común de los sentidos. Es demasiado tentador caer en generalizaciones y buscar recetas universales, en lugar de abrazar una lógica que parta del contexto, de lo específico. Me gusta la lista que propones. Andaremos en esa dirección. Abrazo grande y muchas gracias por leer y sumar.
Odio los edificios de vidrio. No sólo por el calor que acumulan dentro y que a veces el aire acondicionado no puede camuflar. Ni por la falta de ventilación natural, que a veces también se echa de menos. Sino también por el efecto lupa que generan en el exterior. He trabajado en varias zonas donde se aglutinaban estos edificios, y en todas me he sentido como una hormiga a la que queman con una lupa. En el momento que empieza a calentar el sol y a rebotar la luz de un edificio en otro, pasar por la calle se convierte en un acto de fe. Sé que a la gente le encantan, tan modernos, tan brillantes... pero yo los he sufrido y no me gustan, lo siento.
Gracias por compartir tu experiencia, Laura. Como dices, estos enormes edificios de vidrio priorizan la imagen moderna por encima de la relación con las personas, tanto quienes los habitan como quienes caminan frente a ellos. Suelen ser edificios ensimismados, con vocación autónoma y universal, completamente desconectados de su entorno.
De nuevo, muy chulo, ahora mis apreciaciones:
-No creo que los edificios de antes de incorporar el aire acondicionado estuvieran todos pensados para integrarse en el entorno (entendido como naturaleza). Especialmente en las ciudades, probablemente en el campo sí.
-Creo que coincidimos en que los edificios de cristal que muestras son mostrencos horribles chupópteros de energía. Nada que ver con la riqueza conceptual del rascacielos de cristal de Mies en 1922, e incluso con la expresividad del Seagram o del Lake Shore Drive. Yo les concedería el premio Piqueta 2025.
-El proyecto que muestras me gustaría verlo más detenidamente. Tiene una pintaca y mola mucho ver cómo la inteligencia y el sentido común se aplican a la arquitectura. Lamentablemente los certificados de sostenibilidad son "certificados de postureo", lo mismo que mi profesor de Estructuras, José Luis Manzanares, llamaba a los coeficientes de seguridad "coeficientes de ignorancia".
Muy bueno, Rafa. Como dices, no creo que antes fueran mejores arquitectos ni más conscientes ni nada por el estilo. Simplemente no tenían la opción de usar sistemas mecánicos, así que los edificios necesitaban respirar por sí solos. Es como con la alimentación: alguien que no se preocupaba por su dieta hace 50 años probablemente comía mejor que alguien que no se preocupa hoy, porque no existían tantos ultraprocesados.
Desde luego, no todos los edificios de vidrio son iguales. Pero cuesta encontrar un contexto donde tenga sentido una fachada acristalada con ventanas que no se abren. El Seagram revolucionó la arquitectura, y personalmente me encanta, pero hoy sabemos que su apariencia minimalista exige un gasto energético enorme. Hace unos años, Nueva York auditó los edificios de oficinas de Manhattan y los clasificó en eficiencia energética de 0 a 100. La torre Seagram sacó un 3, la puntuación más baja. En este caso, el minimalismo estético depende del despilfarro energético. Comenté algo al respecto en este otro post: https://fcolom.substack.com/p/jungla-de-cristal
Gracias, como siempre, por enriquecer la conversación. Y me ha parecido brillante lo de los "coeficientes de ignorancia".
Me ha gustado. De acuerdo al sentido común, en la sencillez está la solución; por supuesto en caso de que haya surgido algún problema. Como bien dices, muchas veces creamos nosotros el problema.
Creo que se nos da muy bien inventar problemas, sobre todo cuando ya sabemos cómo resolverlos.... ¡Me alegra que te haya gustado!