Nuestro desarrollo como especie fue moldeado a través del contacto con la naturaleza.
Sin embargo, con el inicio de la revolución industrial, comenzó la gran migración de la especie humana desde el exterior al interior de los edificios. Hoy, en Occidente, pasamos más del 90 % de nuestro tiempo en espacios cerrados.
Además, durante las últimas décadas, la expansión de los sistemas de aire acondicionado y calefacción nos ha alejado definitivamente de los ciclos naturales del exterior: día y noche, invierno y verano, cambios de temperatura, etc.
Esto ha creado un conflicto entre nuestra cultura y nuestra biología: pese a que la mecanización de los edificios nos ha alejado del mundo natural, nuestros genes siguen reclamando esa conexión con el exterior.
Esta divergencia entre entorno y genética se conoce como «discordancia evolutiva» y es responsable de muchas enfermedades crónicas. Y es que cuando nuestra cultura no cumple las expectativas de nuestra biología, la salud se resiente.
Por eso, necesitamos sincronizar nuestro cuerpo con el entorno. Para empezar, podemos intentar pasar más tiempo al aire libre. Y, como siempre, los edificios pueden ponérnoslo más fácil o más difícil.
Por ejemplo, la semana pasada hablé de las estrategias de ventilación natural de un edificio en Medellín. Algunos lectores me comentaron que eso estaba muy bien, pero que no todos los lugares tienen el clima de Medellín, conocida como «la ciudad de la eterna primavera».
Es cierto, así que el ejemplo de hoy será sobre un edificio que diseñamos en Massachusetts, desde donde escribo y donde parece que esta semana va a volver a nevar.
VIVIR AL AIRE LIBRE
El edificio, desarrollado por 2Life Communities en Lynn, incluye 150 viviendas sociales para mayores y una serie de espacios exteriores e intermedios donde los vecinos pueden socializar al aire libre. Como en el proyecto en Boston del que hablé hace algunas semanas, uno de los objetivos del diseño es ayudar a combatir la epidemia de soledad.
En primer lugar, decidimos separar el edificio de la calle para incluir un jardín frontal como lugar de encuentro con los vecinos del barrio. Además, incluimos un patio central con diversidad de espacios naturales, árboles y plantas.
Al llegar al edificio, el jardín y el patio se convierten en porches protegidos del sol y la lluvia y con distintos grados de privacidad y actividad. El objetivo era ofrecer opciones para que los vecinos pudieran hacer vida al aire libre.
Sin embargo, pronto nos dimos cuenta de que estos espacios exteriores no serían suficientes, por dos motivos.
Primero, aprendimos que algunos vecinos no se sienten cómodos alejándose de sus apartamentos, especialmente a medida que se hacen más mayores. Por lo tanto, era importante ofrecer acceso a espacios comunes en contacto con el exterior lo más cerca posible de sus viviendas.
En segundo lugar, tal y como me recordaban algunos lectores del post anterior, debíamos tener en cuenta el clima. En Lynn, estos espacios exteriores son demasiado fríos durante entre 7 y 9 meses al año.
¿Cómo podemos ofrecer la experiencia de estar en el exterior durante esos meses?
Por suerte, descubrimos que no se trataba de un desafío nuevo para los habitantes de Massachusetts…
DIALOGAR CON EL CLIMA
Tradicionalmente, las casas en esta zona incluyen lo que se conoce como «habitación del sol» o «porche de tres estaciones»: un espacio intermedio flexible con ventanales que lo inundan de luz natural y permiten la conexión visual con el exterior. Una especie de galería acristalada que se añade al volumen principal de las casas y ofrece mayor protección y mejores condiciones térmicas que el exterior.
Las habitaciones del sol se adaptan al paso de las estaciones. En verano, se quitan los paneles de vidrio y la habitación se convierte en un espacio cubierto al aire libre. Antes del invierno, se colocan de nuevo los paneles para cerrar el espacio y atrapar el calor del sol. Por ello, las habitaciones del sol siempre se orientan al sur (estamos en el hemisferio norte).
Este ejemplo de arquitectura tradicional nos inspiró a imaginar nuestro edificio como un sistema abierto que interactúa con el clima. Introdujimos habitaciones del sol conectadas con balcones en cada nivel: espacios comunes acondicionados y ventilados sin sistemas mecánicos que quedan excluidos del volumen Passivhaus certificado.
ORGANISMOS VIVOS
De este modo, la fachada deja de ser un cerramiento estático para convertirse en una piel dinámica que se abre o cierra en función de las condiciones exteriores. Veamos cómo lo hace:
Si hace más de 24 °C, los paneles de vidrio se abren y la habitación se conecta con el balcón. Las ventanas superiores y lucernarios están abiertos y los ventiladores funcionando.
Entre 16 y 24 °C, los paneles se cierran. Esto permite atrapar el calor del sol gracias al efecto invernadero, calefactando la habitación de manera natural. Las ventanas superiores y lucernarios siguen abiertos para asegurar la ventilación natural.
Por debajo de 16 °C, el espacio se mantiene cerrado, excepto por pequeñas ventanas de ventilación. El espacio se mantiene más caliente que el exterior gracias a que la radiación solar queda atrapada en el interior.
Por ejemplo, estas imágenes muestran la diferencia entre verano e invierno:
Así, las habitaciones del sol permiten duplicar los meses durante los cuales los vecinos pueden disfrutar de un espacio común en contacto con el exterior. Esto requiere diseñar el edificio como un organismo vivo: un sistema dinámico que interactúa con el entorno.
Desde el punto de vista medioambiental, estos espacios intermedios reducen el consumo de energía del edificio al no requerir climatización ni ventilación artificiales.
Además, estos espacios son más saludables, ya que nos permiten reconectar con los ciclos de la naturaleza, disfrutar de luz y ventilación naturales por más tiempo y apreciar los estímulos sensoriales del entorno.
***
En las próximas décadas, pasaremos aún más tiempo dentro de edificios. Pero nuestra biología sigue anclada en la sabana: todavía no se ha enterado de que hemos aprendido a cultivar.
Llegados a este punto, ¿podrán reconciliarse nuestra cultura y nuestra genética?
¿Puede la arquitectura ser el puente entre ambas?
PD1. La construcción del edificio comienza este verano y la inauguración está prevista para el otoño de 2027.
PD2. Hasta entonces, te dejo con una foto desde mi habitación del sol favorita:
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Nuevo lector que llega culpa de un empedrado con dibujos de ondas en una islita de Mozambique, yo lo llamo ripple effect (se lo puedes contar al dueño del buzón).
Voy a comentar algo que quizás todos conocen, y si es así, me van a perdonar porque soy lector nuevo, una que se me vino a la mente mientras leía el articulo es la combinación de "Bow window" o ventana arco o ventana curva (no se como la conocen en sus paises ) a Argentina llegaron en dos oleadas(nota 1), los "bow" se combinan muy muy bien con un "reading nook" o nido de lectura o rinconcito de lectura.
Me ha gustado mucho que la lectura de esta semana haya sido en gran medida una "contestación" a dudas/cuestiones planteadas en la anterior, me parece que es un acierto que de vez en cuando sean "dinámicas" en ese sentido y abras el debate (por ejemplo con tener a consideración el frío clima de Lynn en la mayor parte del año).
Con estas lecturas estoy aprendiendo a ver que las casas y los edificios son mucho más que construcciones para dar cobijo a las personas, me encanta estar descubriendo toda la evolución que han ido teniendo a lo largo del tiempo y la adaptación que necesitan para ofrecer a sus habitantes mucho más que un techo (y además explicado de una manera entendible para alguien como yo que no tiene conocimientos en arquitectura).
Por ser un poco más concreto me ha fascinado la explicación de la fachada "piel dinámica", me parece una maravilla de diseño que pueda adaptarse así a las condiciones de temperatura.
PD: Un gustazo leerte siempre