La diferencia entre complejo y complicado
¿Qué tienen en común la Casa Rauch y la ciudad de Shibam?
Cuando el escultor Martin Rauch contrató al arquitecto Roger Bolsthauser para que le ayudara a construir su casa, únicamente le puso una condición: el material debía provenir de la propia excavación del terreno.
Situada en Schlins, Austria, la Casa Rauch tiene tres plantas apoyadas sobre muros de tierra compactada de hasta 60 centímetros de espesor. La tierra excavada se utiliza para construir muros y suelos y también como materia prima de los elementos cerámicos que recubren las superficies de los baños.
La Casa Rauch es un ejemplo de arquitectura que nace del entorno.
¿Por qué nos llama tanto la atención hoy?
La semana pasada decíamos que la sociedad moderna funciona por adición: existe una tendencia general hacia el consumo. Esto ocurre en todos los ámbitos, desde la medicina hasta la economía, pasando por la alimentación, el deporte o la moda. Existen incentivos comerciales para que añadamos cada vez más cosas a nuestras vidas.
La arquitectura no es una excepción. De hecho, la inercia consumista nos ha llevado a que cada elemento tenga una única función, lo que supone multiplicar los materiales empleados.
Por ejemplo, las paredes exteriores de los edificios están formadas por cada vez más capas de productos. Cada una cumple un propósito específico: acabado interior, estructura, aislamiento, subestructura, barrera de vapor, impermeabilización, acabado exterior, etc.
De este modo, nos han convencido de que necesitamos diez productos para resolver lo que durante miles de años resolvimos con una única capa de piedra, ladrillo o tierra.
El caso de la tierra es especialmente llamativo. Este material natural ha sido utilizado con éxito en buena parte del mundo durante siglos. Un ejemplo emblemático es la ciudad de Shibam, en Yemen. Sus rascacielos de barro, algunos en pie desde el siglo XVI, le han valido el apodo de «La Manhattan del desierto».
Sin embargo, la falta de interés a nivel comercial dificulta el uso de la tierra en sociedades industrializadas. Hoy, si quiero hacerme una casa con la tierra que excavo de mi propio terreno, me enfrento a un problema: nadie puede venderme esa tierra y, por lo tanto, no es un material legal. Es decir, tengo un material, pero no tengo un producto.
Por eso nos sorprenden ejemplos como la Casa Rauch, que desafían la lógica del mercado. Nos demuestran que un muro de tierra bien construido puede reemplazar a diez productos, algo que no interesa a mucha gente.
Además, la invitación a añadir materiales y tecnologías suele justificarse con la promesa de un mayor control sobre las condiciones térmicas interiores. Esto nos lleva a diseñar edificios como sistemas complicados independientes de su entorno, en lugar de sistemas complejos que interactúan con él.
Veamos cuál es la diferencia.
Lo complejo vs. lo complicado
Los sistemas complicados (o mecánicos) tienen muchas partes diferenciadas, pero sus comportamientos son comprensibles y predecibles con suficiente información y análisis.
Por ejemplo, un reloj analógico es complicado. Tiene muchas partes, pero su funcionamiento y las interacciones entre las piezas pueden entenderse y preverse con precisión, independientemente de las condiciones del entorno.
Por su parte, los sistemas complejos (u orgánicos) son difíciles de comprender y prever completamente debido a la interconexión dinámica de todas sus partes entre sí y con el entorno1.
Por ejemplo, el cuerpo humano es complejo. La interacción de innumerables variables hace que sea imposible predecir su comportamiento con certeza. Por eso, cuando tomamos una pastilla para solucionar un problema específico, podemos experimentar efectos secundarios.
Los siguientes diagramas muestran la diferencia entre un sistema complicado (mecánico, predecible) y un sistema complejo (orgánico, impredecible).
Aquí viene lo importante:
Un edificio se parece más al cuerpo humano que a un reloj
Por eso es problemático pretender aislarlo del exterior y controlar su comportamiento al milímetro. En realidad, los edificios complicados que ignoran el entorno son frágiles. La volatilidad, el paso del tiempo o el fallo de uno de sus componentes los daña. Esta es la razón por la que, como veíamos hace un par de semanas, los edificios de oficinas que dependen del aire acondicionado no pueden convertirse en apartamentos.
Por su parte, los edificios complejos se autorregulan para encontrar el equilibrio de manera natural. Tienen capacidad de adaptación y respuesta a la variabilidad. No huyen del entorno, sino que bailan con él.
Por ejemplo, piensa en cómo el muro de tierra de la Casa Rauch (o de tu casa en el pueblo) amortigua los picos de temperatura gracias a su inercia térmica. Durante el día, el muro absorbe el calor del exterior, impidiendo que llegue al interior. Por la noche, el muro libera ese calor acumulado, calentando el espacio interior y compensando así la bajada de temperatura en el exterior.

En definitiva, una envolvente exterior moderna compuesta por diez productos es un sistema complicado.
Un muro de tierra, en cambio, es un sistema complejo.
Hoy en día, resulta más fácil construir edificios complicados que edificios complejos porque seguimos obsesionados con añadir, sumar y acumular.
Una tendencia que alimenta el modelo extractivista y nos aleja de la naturaleza.
Justo lo contrario de lo que hace la Casa Rauch.
Nassim Nicholas Taleb, Antifrágil (Barcelona: Paidós, 2024), cap. 3.
Me ha parecido súper interesante esta publicación. ¿Crees que el hecho de que en las nuevas construcciones cada vez se utilicen más elementos aislantes prefabricados (añadiendo distintas capas) en lugar de materiales más naturales podría ser una manera de justificar los precios elevados de las viviendas hoy en día? O ¿crees que es simplemente porque hoy en día no es una prioridad -o no se valora- construir estando conectados con el entorno?
Me están encantando tus publicaciones, espero con ganas la siguiente.
Un saludo!
Me ha gustado mucho los ejemplos que has usado para diferenciar los 2 términos (complejo y complicado). Si bien es cierto que de antemano ya sabía la diferencia, el texto me ha ayudado a entenderla mejor. Son ejemplos concretos y sencillos pero que explican a la perfección la diferencia, y todo ello llevado al terreno de la arquitectura de una manera entendible para alguien como yo. (Por cierto, me encanta la casa Rauch por concepto pero también visualmente)