Bruno Munari fue un polifacético artista, inventor y diseñador italiano del siglo XX. Esto es lo que pensaba sobre el proceso de diseño:
«Complicar es fácil, simplificar es difícil. Para complicar, basta con añadir todo lo que se quiera: colores, formas, acciones, decoraciones, personajes, ambientes llenos de cosas […] Para simplificar, hay que eliminar, y para eliminar hay que saber qué eliminar […] Eliminar en lugar de añadir significa reconocer la esencia de las cosas1».
Munari destacaba la importancia de restar y simplificar.
Sin embargo, la sociedad moderna nos incita constantemente a hacer todo lo contrario. Es decir, nos invita a sumar, nunca a restar o eliminar. La vida moderna funciona por adición: existe una tendencia general hacia el consumo. Nassim Taleb llama a esto la vía positiva: la inclinación a añadir cosas.
La medicina es un claro ejemplo. Para un médico resulta más sencillo añadir pastillas a un paciente que recomendarle menos trabajo o un paseo por el campo. En la misma línea, si queremos mejorar nuestra salud, nos veremos tentados a añadir suplementos de magnesio o probióticos a nuestra dieta, cuando tendría más impacto eliminar alimentos industriales o azúcares.
Lo mismo ocurre con la arquitectura.
Por ejemplo, piensa en las estrategias más populares de lo que los medios denominan arquitectura «sostenible». Paradójicamente, se asume que la solución al problema medioambiental tiene que ver con añadir cosas: más aislamiento, más capas de vidrio, más placas solares, más tecnología, más conductos, más monitorización…
La sostenibilidad mediática nos incita a construir más, no menos. Prioriza intervenir y añadir cosas. Esto resulta en la construcción de edificios innecesarios o excesivamente grandes y complicados. También conduce al aumento de la artificialidad, colocando intermediarios innecesarios entre el ser humano y la naturaleza.
En realidad, lo que decidimos eliminar es más importante que lo que decidimos añadir. El edificio más sostenible es el que decidimos que no hace falta. El segundo es el que ya existe y decidimos reutilizar. El tercero es el que podemos reducir a la mitad de tamaño y conseguir el mismo objetivo. Y así sucesivamente.
Entonces, ¿deberíamos los arquitectos abogar por construir menos?
Sin duda.
De hecho, algunos ya lo hacen.
Cuando los arquitectos Lacaton & Vassal recibieron el encargo del ayuntamiento de Burdeos para reformar una plaza, la visitaron varias veces para ver cómo podrían mejorarla. Tras observar y hablar con los vecinos, presentaron un informe.
¿Su propuesta?
No hacer nada.
Según los arquitectos, «no había nada que hacer, porque la situación tenía ya todas las cualidades necesarias2». Únicamente sugirieron limpiarla más a menudo.
Lacaton & Vassal rechazan la tendencia moderna a intervenir y añadir cosas. Esto no quiere decir que no construyan, sino que únicamente lo hacen cuando consideran que su actuación puede añadir valor.
Vamos con otro ejemplo de los mismos arquitectos.
Su proyecto para el centro de arte contemporáneo Palais de Tokyo en París consistió en revitalizar un edificio abandonado. Para ello, se centraron en eliminar tabiques, acabados y todo aquello que impedía a los visitantes disfrutar plenamente del espacio, realzando lo preexistente y cuestionando en todo momento la necesidad de añadir.
De este modo, su propuesta consistió en reajustar en lugar de acumular. Según ellos, el proyecto es básicamente «un proceso de desobstrucción y reordenamiento3».
El caso es que centrarnos en reordenar lo existente en lugar de añadir será cada vez más urgente. Por ejemplo, hoy el número de edificios demolidos en la Unión Europea es cinco veces mayor que el número de edificios rehabilitados4. Es evidente que tenemos un amplio margen de mejora.
Además, construir menos no tiene que ver únicamente con valorar lo existente, sino también con diseñar edificios más pequeños, flexibles y fáciles de desmontar. También implica utilizar menos materiales y minimizar su transformación industrial, favoreciendo aquellos naturales y de origen biológico.
En definitiva, como defendía Munari, el desafío del diseño radica en la reducción. En lugar de añadir, la prioridad debe ser eliminar, restar y simplificar. Cuestionar la necesidad de actuar para mejorar el impacto de lo que construimos.
El resultado es una arquitectura menos espectacular, menos mediática y menos moderna.
Pero también más saludable.
Bruno Munari, Verbale scritto (Turín: il melangolo, 1992), pág. 55-56.
«Lacaton & Vassal 1993-2015: Horizonte posmediático», El Croquis 177-178, 2015, pág. 26.
«Lacaton & Vassal 1993-2015», pág. 38.
Bauhaus Earth, «Building with Reused and Recycled Materials», en Building for the Future: A Knowledge Product Collection, 2 - Regenerative Buildings (Berlin: Bauhaus der Erde gGmbH, 2023), pág. 9.
Hoy hemos coincidido en la idea de simplificar. Algún día hablaremos a la vez de la Bauhaus
"A day wasted is a day lived."
------------- David Kuo