Qué serena y firme esta forma de devolver la belleza a su lugar: centrada en la huella de su cuidado y no en el brillo que se exhibe. Mientras te leía, pensaba en cuántas veces se nos ha educado a consumir la belleza como si fuera un bien acabado, una forma cerrada, un objeto de contemplación sin compromiso. Y, sin embargo, qué profundamente reveladora es esta otra propuesta que traes: la belleza como vínculo, como gesto sostenido, como barro que se renueva, no como mármol que se aísla.
Tu texto me ha recordado lo que escribió Umberto Eco en Historia de la belleza: que lo bello no ha sido jamás unívoco ni estable, que no hay una única forma de belleza sino un abanico de sensibilidades que mutan según el tiempo, el lugar y la mirada. La mezquita de Djenné encarna esa otra belleza que Eco rescata: impura, frágil, relacional. Una belleza que no se contempla, sino que se practica.
Y también me venía a la mente Byung-Chul Han, cuando dice que la belleza es hoy un gesto de resistencia. En un mundo saturado de imágenes, de estímulos y de velocidad, lo bello no es lo que deslumbra, sino lo que detiene, lo que invita al silencio, lo que pide cuidado. Como esa reparación colectiva tras las lluvias: barro que se renueva en manos múltiples, en ritmo coral.
También veo presente en tus palabras la intuición de Bourriaud, quien propuso que el arte contemporáneo debía dejar de centrarse en el objeto para convertirse en un espacio de relación. Y eso es exactamente lo que tú nombras, lo que esa comunidad de Djenné realiza cada año sin grandes discursos: arte como reencuentro, como tejido vivo entre el lugar, el tiempo y quienes lo habitan.
Gracias por traer este ejemplo de materialización de ese otra forma de entender la belleza.
Muchas gracias por este comentario que amplía el texto de manera tan generosa. Me quedo con las referencias que mencionas (Eco, Han, Bourriaud) para seguir explorando y entrelazando sus interpretaciones. De la belleza firme y cerrada a la belleza como gesto abierto, relacional y sostenido en el tiempo. Gracias por leer con atención y por sumar tanto, Chus.
La transmisión de saberes tradicionales como la construcción con tierra es imprescindible para seguir conservando estas hermosas edificaciones que se adaptan al entorno. Gracias por compartir y crear conciencia para valorar estas técnicas constructivas 💫Me encantó.
Gracias, Sofi. Como dices, conservar estas técnicas pasa por transmitir los saberes que las hacen posibles. Me alegro mucho de que te haya gustado el texto.
Otro buen regalos nos das Fran y que bien lo has escrito, con la simpleza que la mezquita merece. Me pregunto cuando fue que perdimos estas bellas prácticas, creo intuir la respuesta, a la vez que albergo una esperanza en una arquitectura que podría traer de vuelta la belleza perdida de un objeto que se ritualiza por una comunidad porque funciona, se cuida y aprecia. Probablemente esos objetos emergerán sin grandes presupuestos y no en las ciudades. Un poco al margen... ¿Alcanzaremos a verlos? ¿Que crees?
Muchas gracias, Igma. Coincido contigo: estas prácticas casi siempre sobreviven en los márgenes. Por eso, creo que parte de nuestro trabajo es reconocerlas y contarlas. No para idealizarlas, sino para abrir preguntas sobre el potencial que tiene la arquitectura para fortalecer comunidades.
La cultura moderna ha perseguido el control absoluto del entorno, lo que nos ha llevado a rechazar materiales que requieren mantenimiento y cuidado. Eso nos ha dado comodidad, pero a cambio nos ha quitado cierto sentido de pertenencia.
Quizás la clave esté en encontrar un equilibrio más sano, sin romantizar ni despreciar otras formas de relacionarnos con el entorno.
Fascinante historia - no te deja volver a mirar esas piezas de madera de la misma forma. Hay otras formas de entender qué es civilización y qué es progreso, y esta Gran Mezquita es un gran ejemplo
Como dices, después de conocer la historia ya no podemos mirar esa fachada igual. La mezquita nos recuerda que hay otras formas de interpretar el entorno más ligadas al cuidado, al tiempo compartido y a la pertenencia. Me alegra que te haya inspirado.
Me ha venido en mente la frase de Christopher Alexander, cuando dice que la belleza intemporal «no se puede crear sino sólo generar indirectamente, con las acciones corrientes de la gente, al igual que una flor no se puede crear sino que se genera de una semilla”.
El encalado de las calles en las islas griegas, los tejados de paja de Shirakawago... son rituales con una función práctica en las que participa la comunidad. Como bien dices con la mezquita, son un compromiso y un reencuentro. Creo que hacen mucho bien al ser humano, ojalá hubiera más rituales así en nuestros entornos urbanos.
Gracias por esta reflexión más maravillosa, Francisco.
Gracias por sumar al texto y por las referencias tan acertadas. Ilustran muy bien esa idea de belleza que surge de lo cotidiano. Estoy de acuerdo en que estos rituales cumplen una función social y cultural profunda. Ojalá sepamos recuperarlos, mantenerlos e inventar otros nuevos.
Maravilloso Francisco. Me has transportado a ese ritual comunitario. A esa belleza con mayúsculas en compartir y conservar, a esa belleza de lo colectivo y de saber que lo que nos hace más humanos es, precisamente, nuestro entorno y nuestra comunidad. Gracias por traernos este ejemplo.
Gracias, Isabel. Me alegra mucho que haya conseguido "transportarte", justo eso buscaba al contar la historia. También me ha gustado cómo lo has sintetizado: “la belleza de lo colectivo”. Así es.
Primer texto tuyo que leo y atrapada de principio a fin. Que interesante todo esto que cuentas y sobretodo, ya no puedo volver a ver esa fachada igual que antes.
Es un gusto leerte. No se mucho de arquitectura ni diseño urbanístico, pero gracias a ti siento que estoy aprendiendo a pasos agigantados. En especial de esa arquitectura que se siente más natural, más orgánica. Inspirada en la naturaleza. Gracias por este increíble ejemplo. Me recordo demasiado a los hormigueros. Que parecen simples, pero tienen gran complejidad estructural. Pará proteger y mantenerse diferentes temperaturas. Creo que esta complejidad al igual que con la mezquita, acompaña esa belleza inmaterial que mencionas. Esa que sólo puede construir el tiempo.
Me alegra mucho tu comentario, Luisa. Uno de los objetivos de esta newsletter es justamente ese: despertar interés por cómo la arquitectura influye en nuestras vidas.
Me encantó que mencionaras los hormigueros. Son un gran ejemplo de estructuras que parecen simples, pero esconden estrategias de diseño de las que podemos aprender mucho. Sin duda darían para otro post. Gracias por leer y por sumar con tus comentarios.
Fascinante la historia de la Gran Mezquita de Djenné y preciosa reflexión.
Hace unas semanas hablabas de "Edificios que respiran", pues esta construcción más que respirar está literalmente viva. Me parece muy bonito que toda la comunidad cercana cada año se una para reparar su mezquita.
PD: El texto y tu reflexión final sobre la belleza me ha encantado. Qué bien escribes, amigo mío.
Qué grande. Me alegra que estos temas te enganchen y, sobre todo, que encuentres conexiones entre distintos posts. No podría pedir más. Gracias por leer con tanta atención y por compartir tus reacciones. Ayuda mucho.
Qué serena y firme esta forma de devolver la belleza a su lugar: centrada en la huella de su cuidado y no en el brillo que se exhibe. Mientras te leía, pensaba en cuántas veces se nos ha educado a consumir la belleza como si fuera un bien acabado, una forma cerrada, un objeto de contemplación sin compromiso. Y, sin embargo, qué profundamente reveladora es esta otra propuesta que traes: la belleza como vínculo, como gesto sostenido, como barro que se renueva, no como mármol que se aísla.
Tu texto me ha recordado lo que escribió Umberto Eco en Historia de la belleza: que lo bello no ha sido jamás unívoco ni estable, que no hay una única forma de belleza sino un abanico de sensibilidades que mutan según el tiempo, el lugar y la mirada. La mezquita de Djenné encarna esa otra belleza que Eco rescata: impura, frágil, relacional. Una belleza que no se contempla, sino que se practica.
Y también me venía a la mente Byung-Chul Han, cuando dice que la belleza es hoy un gesto de resistencia. En un mundo saturado de imágenes, de estímulos y de velocidad, lo bello no es lo que deslumbra, sino lo que detiene, lo que invita al silencio, lo que pide cuidado. Como esa reparación colectiva tras las lluvias: barro que se renueva en manos múltiples, en ritmo coral.
También veo presente en tus palabras la intuición de Bourriaud, quien propuso que el arte contemporáneo debía dejar de centrarse en el objeto para convertirse en un espacio de relación. Y eso es exactamente lo que tú nombras, lo que esa comunidad de Djenné realiza cada año sin grandes discursos: arte como reencuentro, como tejido vivo entre el lugar, el tiempo y quienes lo habitan.
Gracias por traer este ejemplo de materialización de ese otra forma de entender la belleza.
Muchas gracias por este comentario que amplía el texto de manera tan generosa. Me quedo con las referencias que mencionas (Eco, Han, Bourriaud) para seguir explorando y entrelazando sus interpretaciones. De la belleza firme y cerrada a la belleza como gesto abierto, relacional y sostenido en el tiempo. Gracias por leer con atención y por sumar tanto, Chus.
Tengo ese libro y he recordado lo que dices
La transmisión de saberes tradicionales como la construcción con tierra es imprescindible para seguir conservando estas hermosas edificaciones que se adaptan al entorno. Gracias por compartir y crear conciencia para valorar estas técnicas constructivas 💫Me encantó.
Gracias, Sofi. Como dices, conservar estas técnicas pasa por transmitir los saberes que las hacen posibles. Me alegro mucho de que te haya gustado el texto.
Otro buen regalos nos das Fran y que bien lo has escrito, con la simpleza que la mezquita merece. Me pregunto cuando fue que perdimos estas bellas prácticas, creo intuir la respuesta, a la vez que albergo una esperanza en una arquitectura que podría traer de vuelta la belleza perdida de un objeto que se ritualiza por una comunidad porque funciona, se cuida y aprecia. Probablemente esos objetos emergerán sin grandes presupuestos y no en las ciudades. Un poco al margen... ¿Alcanzaremos a verlos? ¿Que crees?
Muchas gracias, Igma. Coincido contigo: estas prácticas casi siempre sobreviven en los márgenes. Por eso, creo que parte de nuestro trabajo es reconocerlas y contarlas. No para idealizarlas, sino para abrir preguntas sobre el potencial que tiene la arquitectura para fortalecer comunidades.
La cultura moderna ha perseguido el control absoluto del entorno, lo que nos ha llevado a rechazar materiales que requieren mantenimiento y cuidado. Eso nos ha dado comodidad, pero a cambio nos ha quitado cierto sentido de pertenencia.
Quizás la clave esté en encontrar un equilibrio más sano, sin romantizar ni despreciar otras formas de relacionarnos con el entorno.
Fascinante historia - no te deja volver a mirar esas piezas de madera de la misma forma. Hay otras formas de entender qué es civilización y qué es progreso, y esta Gran Mezquita es un gran ejemplo
Como dices, después de conocer la historia ya no podemos mirar esa fachada igual. La mezquita nos recuerda que hay otras formas de interpretar el entorno más ligadas al cuidado, al tiempo compartido y a la pertenencia. Me alegra que te haya inspirado.
Fascinante, Francisco. Me ha encantado leerte y recordar, de una forma tan luminosa, que la belleza no está en lo perfecto, sino en lo que se cuida.
“La belleza es verbo”, me lo guardo como un mantra. Qué belleza, valga la redundancia.
Gracias de corazón por compartirlo 🙌
Muchas gracias por tus palabras, Cristina. Me alegra mucho que te haya gustado :)
El cuidado de algo colectivo...me parece sublime. Junto con los saberes ancestrales, el sentido de comunidad y, por encima de todo, la belleza
Gracias, Van. A veces subestimamos la belleza, como si fuera solo una cuestión estética, cuando en realidad su valor relacional es mucho más profundo.
Me encantó! La belleza de no mirar desde afuera sino reparar y construir con otros.
¡Gracias, Mechi! Me alegro de que te haya inspirado
La belleza es verbo! Totalmente.
¡Gracias por destacar esa frase! Me alegro de que te haya inspirado
Un post maravilloso, Fran. Enhorabuena. Poesía, prosa y ensayo instructivo. Un monumento impresionante.
Pues me hace mucha ilusión que te haya gustado, así que ¡gracias!
Me ha venido en mente la frase de Christopher Alexander, cuando dice que la belleza intemporal «no se puede crear sino sólo generar indirectamente, con las acciones corrientes de la gente, al igual que una flor no se puede crear sino que se genera de una semilla”.
El encalado de las calles en las islas griegas, los tejados de paja de Shirakawago... son rituales con una función práctica en las que participa la comunidad. Como bien dices con la mezquita, son un compromiso y un reencuentro. Creo que hacen mucho bien al ser humano, ojalá hubiera más rituales así en nuestros entornos urbanos.
Gracias por esta reflexión más maravillosa, Francisco.
Gracias por sumar al texto y por las referencias tan acertadas. Ilustran muy bien esa idea de belleza que surge de lo cotidiano. Estoy de acuerdo en que estos rituales cumplen una función social y cultural profunda. Ojalá sepamos recuperarlos, mantenerlos e inventar otros nuevos.
Maravilloso Francisco. Me has transportado a ese ritual comunitario. A esa belleza con mayúsculas en compartir y conservar, a esa belleza de lo colectivo y de saber que lo que nos hace más humanos es, precisamente, nuestro entorno y nuestra comunidad. Gracias por traernos este ejemplo.
Gracias, Isabel. Me alegra mucho que haya conseguido "transportarte", justo eso buscaba al contar la historia. También me ha gustado cómo lo has sintetizado: “la belleza de lo colectivo”. Así es.
La belleza de los procesos y del cuidado . Me ha gustado mucho , Francisco
Muchas gracias, Leti. Me alegra que te resonara el mensaje.
Primer texto tuyo que leo y atrapada de principio a fin. Que interesante todo esto que cuentas y sobretodo, ya no puedo volver a ver esa fachada igual que antes.
Gracias, Alma. Me alegra que te haya gustado y que ahora puedas mirar esa fachada con otros ojos.
Hola Francisco.
Es un gusto leerte. No se mucho de arquitectura ni diseño urbanístico, pero gracias a ti siento que estoy aprendiendo a pasos agigantados. En especial de esa arquitectura que se siente más natural, más orgánica. Inspirada en la naturaleza. Gracias por este increíble ejemplo. Me recordo demasiado a los hormigueros. Que parecen simples, pero tienen gran complejidad estructural. Pará proteger y mantenerse diferentes temperaturas. Creo que esta complejidad al igual que con la mezquita, acompaña esa belleza inmaterial que mencionas. Esa que sólo puede construir el tiempo.
Nos seguimos leyendo 🌼
Me alegra mucho tu comentario, Luisa. Uno de los objetivos de esta newsletter es justamente ese: despertar interés por cómo la arquitectura influye en nuestras vidas.
Me encantó que mencionaras los hormigueros. Son un gran ejemplo de estructuras que parecen simples, pero esconden estrategias de diseño de las que podemos aprender mucho. Sin duda darían para otro post. Gracias por leer y por sumar con tus comentarios.
Fascinante la historia de la Gran Mezquita de Djenné y preciosa reflexión.
Hace unas semanas hablabas de "Edificios que respiran", pues esta construcción más que respirar está literalmente viva. Me parece muy bonito que toda la comunidad cercana cada año se una para reparar su mezquita.
PD: El texto y tu reflexión final sobre la belleza me ha encantado. Qué bien escribes, amigo mío.
Qué grande. Me alegra que estos temas te enganchen y, sobre todo, que encuentres conexiones entre distintos posts. No podría pedir más. Gracias por leer con tanta atención y por compartir tus reacciones. Ayuda mucho.
Muy bello tu ensayo, gracias.
Muchas gracias a ti por leer y comentar, Rosalind. Me alegra que te haya gustado.